Cardenal Juan Sandoval celebra 176 años del Prodigio de Ocotlán

Ocotlán es muy devoto de Cristo en la Cruz, que tanto amor les ha dado: Cardenal Sandoval

 

El martes 26 de septiembre el Santuario del Prodigio recibió la visita del señor Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo emérito de Guadalajara, quién asistió para celebrar las fiestas en honor al Señor de la Misericordia, aparecido el 3 de octubre de1847.

 

En su homilía el arzobispo emérito recordó que la cruz de Cristo es el centro de nuestra fe, de nuestra vida y de nuestras celebraciones.

 

“Todos los pecados cometidos por la humanidad, los que se han cometido y los que se cometerán serán lavados por la cruz y la sangre de Cristo…”.

 

“…Nuestra fe debe estar centrada en Cristo, a Él debemos que amar y que obedecer, porque el amor verdadero va unido a la obediencia… Nuestra devoción tiene que estar fijada en Cristo, podemos tener más devociones, pero la cruz de Cristo es el centro de nuestra fe, Él padeció y sufrió por nuestros pecados y resucito para darnos vida eterna”.

 

El cardenal Sandoval también resalto el significado de la cruz de Cristo con unas hermosas palabras que recibieron los presentes.

 

Ustedes son muy devotos de Cristo en la cruz, el Señor de la Misericordia que les ha hecho tantas manifestaciones de amor, comenzando por su aparición, ha consolado a generaciones y generaciones que las ha invitado a creer y acercarse a Él”.

 

“La cruz de Cristo significa en primer lugar, mortificar nuestras pasiones; un cristiano no puede vivir como los paganos, solo para la diversión, el desorden y los pecados… La cruz de Cristo significa que el cristiano debe llevar una vida ordenada y no aligerada… La cruz de Cristo significa también el trabajo para obedecer la voz de Dios; trabajar, cumplir con el deber, es parte de la cruz de Cristo... La cruz también significa aceptar las penas, los dolores y las limitaciones de esta vida, sin murmurar, sin protestar, llevar la voluntad de Dios, para ser digno de recibir el premio de la vida eterna.

 

El Sr. Cardenal concluyó su homilía recordando el papel de María, Nuestra Señora de Ocotlán, para reconocer nuestra devoción a su Hijo, el Señor de la Misericordia.

 

 

“Pidamos al Señor y a su Madre Santísima que nos ayude para que nuestra fe en su Hijo resucitado sea grande, para que participemos dignamente en los sacramentos y tengamos una verdadera devoción a Cristo, muerto y resucitado”.

 

 

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