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No solo miremos el mal de los demás

La Palabra de hoy nos presenta dos formas de actuar y vivir la historia, primero, la mirada del amor que ve a lo lejos; por otro lado, los siervos mirando el problema.

 

Los sirvientes se preocupan por tener un campo sin malezas, mientras que el amo se preocupa por tener el trigo de calidad. 

 

El Señor nos enseña a tener la misma mirada, la que mira al buen trigo y que al mismo tiempo lo custodia de las malas hierbas. No colabora bien con Dios quién se dedica a ver los límites y defectos de los demás, sino más bien quien reconoce el bien que se hace silenciosamente en la Iglesia y de la historia. Será entonces Dios, solo Él, quien premie a los buenos y castigue a los malos.

 

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