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Cumple 150 años la imagen del Señor de la Misericordia de Ocotlán

Colaboración: Jorge Alonso Corona Torres

 

El 2 de octubre de 1847 la vida de los ocotlenses dio un giro absolutamente inesperado. Las fuerzas de la naturaleza sacudieron las entrañas de la tierra bajo el suelo de Ocotlán, barriendo todo lo que pudieron sobre la superficie de este desdichado pueblo. El templo parroquial, la escuela y la mayoría de las casas compartieron la misma suerte: se convirtieron en puños de escombros que se tiñeron con el rojo de la sangre de sus habitantes. Al día siguiente, cuando los ánimos parecían no tener asidero en medio de aquella espeluznante escena, un fenómeno celestial insufló sobre las apesadumbradas almas ocotlenses un aliento de esperanza: la formación en las nubes del cielo de la imagen de Jesús Crucificado, a quien invocarían como Señor de la Misericordia.

 

En 1855 se emprendió la reconstrucción del templo parroquial, dedicado al Cristo aparecido, fungiendo como mayordomo de las obras el señor Francisco Salcedo Ochoa. Una vez concluido el nuevo recinto, en 1870, se impuso de inmediato la necesidad de dotarlo de nuevas imágenes para el culto divino. 

 

Para llevar a cabo esta tarea, el señor Francisco Salcedo contrató a Antonio Robledo, un joven escultor potosino avecinado en Ocotlán desde 1861. El 20 de septiembre de 1871, el escultor cobró 334 pesos por su trabajo, que consistió en la hechura de la imagen del Señor de la Misericordia y las de Nuestra Señora de los Dolores, San Juan apóstol, San José, San Antonio, San Miguel y San Rafael arcángeles. Además de esto, retocó la primera imagen del Señor de la Misericordia, de la cual se habló a detalle en la pasada edición de esta revista.

 

Este crucifijo se convirtió de inmediato en el objeto más preciado de la piedad de los católicos ocotlenses: era el monumento por excelencia que recordaba los sucesos de octubre de 1847, cuando con ojos de fe los testigos pudieron palpar la mano consoladora de Dios, que no abandona nunca a sus hijos en medio de la desgracia. 

 

La constante y creciente devoción al Señor de la Misericordia, fue enriquecida a lo largo del tiempo por los pastores de nuestra iglesia diocesana con diversas gracias insignes. En marzo de 1911 el arzobispo José de Jesús Ortiz y Rodríguez concedió a los fieles cien días de indulgencia por cada credo que rezaran ante la venerable imagen todos los viernes y domingos del año, extendiendo igual gracia a todos aquellos a quienes se les impusiera su corona los viernes de cuaresma. Él mismo aprobó el culto a la imagen del Señor de la Misericordia el 29 de septiembre de 1911, cuarenta años después de su elaboración a manos de Antonio Robledo. 

 

El 3 de octubre de 1936 el señor cura Severo Flores colocó una nueva corona en la cabeza del Señor de la Misericordia (la misma que sigue adornando sus sienes) en cumplimiento de un voto que la población hizo en 1926. Esta ceremonia sin precedentes la llevaría a cabo el arzobispo de Guadalajara, José Garibi Rivera, pero se lo impidió el diputado Rafael Anaya Becerra, pues lo obligó a salir de Ocotlán el 2 de octubre bajo la amenaza de meterlo a la cárcel.     

 

A ciento cincuenta años de su elaboración, la imagen del Señor de la Misericordia sigue ocupando el lugar central en el corazón de los católicos ocotlenses. En su presencia se recibe a los nuevos miembros de la Iglesia; se juran amor eterno los novios; se da el último adiós a los seres amados; se pide el auxilio divino en las necesidades; se pide perdón por los pecados cometidos; se agradecen los favores recibidos; se lloran las penas y las angustias, y así un largo etcétera. Ahora nosotros, somos dichosos por conmemorar, por primera vez, un aniversario de esta bendita imagen. 

 

 

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